Me encanta la cotidianidad, creo que es de donde mejor se pueden extrapolar ejemplos para el aprendizaje. El día a día nos regala pequeñas píldoras que si nos detenemos a pensar nos enseñan más que los grandes manuales porque nos conectan con “nuestra” realidad.
La que suscribe suele usar el transporte público para desplazarse de su domicilio a su lugar de trabajo, lo que ha hecho que con los años cree relaciones de cierta amistad con otras personas usuarias del servicio. Cierto es que las conversaciones con otros usuarios, casi siempre los mismos, me recuerda un programa de televisión en que todo sucedía delante de una máquina de café, en este caso quizás dos serían los escenarios: La parada del autobús y el interior del autobús.
Una conversación que se repite es el tema de los horarios de la línea, que no siempre se cumplen, de cómo va el autobús de lleno, con los consiguientes problemas para las personas para sujetarse, y por supuesto la conducción a veces un poco brusca por parte de los conductores.
En concreto la conversación de esta mañana se centraba en que el otro día una Señora mayor le pedía al conductor que pusiera de manifiesto a la empresa las incidencias que tenía la línea. Según narraba mi vecina, varios viajeros le dijeron a la Señora que se callara y que si “estaba amargada” no fastidiara al conductor. Mi vecina , que no se atrevió a intervenir dado el tono de los comentarios, me decía que ella entendía que el conductor si tenía que poner en conocimiento de la empresa las quejas de los usuarios. Como no en dicha conversación se unió otra usuaria que le daba la razón a mi vecina. En ese momento yo le pregunté: “¿ Qué responsabilidad tenemos nosotros los usuarios en la mejora del servicio o en que este funcione correctamente?.-Ambas me miraron con una expresión que yo interpreté de sorpresa y yo continué- “ ¿creeís que algo depende de nosotras como usuarias?…silencio y continué- “ Imaginar que el conductor va a la empresa y cuenta lo que nosotras le manifestamos, y en la empresa le dicen que eso no es cierto porque no hay quejas presentadas por los usuarios”
Tanto mi vecina como la otra usuaria no tardaron en decir que era cierto que nos quejábamos en el autobús pero que luego no íbamos a la oficina de la concesionaria a poner las quejas por escrito.
Tendemos, todos y cada uno en algún momento a centrarnos en lo que creemos que es culpa o responsabilidad del otro sin pensar como nosotros podemos asumir aunque sea una pequeña parte de responsabilidad en cada una de las cosas que suceden a nuestro alrededor. Si hay un solo acto que dependa de nosotros, que entre en el ámbito de nuestra responsabilidad, aunque sea formular una crítica constructiva, diciendo que consideramos que no funciona y como lo haríamos nosotros y no lo hacemos, tendremos que asumir las consecuencias que de ello deriven.